Siguiendo con la temática del post anterior, hoy voy a escribir sobre el segundo café notable que visité durante mi estadía en Buenos Aires.
Se trata de Clásica y Moderna (Callao 892 – Buenos Aires), que tal como su nombre lo indica, combina en su interior antiguo, oscuro y lúgubre, el pasado y el presente de una manera extraña y retorcida, que para mi gusto no es el ideal para una cafetería, pero bueno ya adentro había que pedir algo y tratar de obviar el ambiente.
Fue cuando se me acerco el mozo con la carta, el momento en el que empecé a reflexionar en el lugar que me había metido, uno de las especialidades del menú eran las traviatas con jamón y queso, y me dije internamente, no creo que sean las galletitas de agua, sobre todo por que el precio no era acorde con lo que me imaginaba.
Y al momento de hacer mi pedido, fue cuando con desconfianza le pregunté al mozo, que carajo eran las traviatas con jamón y queso, a lo que me respondió: – «¿viste las galletitas? bueno, son dos sanguchitos sandwiches de jamón y queso entre dos galletitas». mi cara de WTF debió haber sido increible, y después de unos 5 segundos incómodos, el mozo tomó mi pedido y se marchó.
A los minutos, volvió con la Merienda de Juan:
Podemos apreciar una medialuna con jamón y queso con un café doble, bien oscuro y bien de macho, como todos los que tomé en Buenos Aires. No hay mucho que acotar, la merienda fue tal cual como la ven en la foto, algo pobre y sin poca gracia, el café (Cabrales) estaba bueno, pero la medialuna estaba fría al igual que el queso y jamón, y todos sabemos que son mejores cuando estan calentitas y se te chorrea el queso antes de llevartelo a la boca.
Para redondear no fue uno a los lugares que les recomendaría ir por la calidad de sus productos, pero por algo se mantiene en el tiempo. de todos modos, por precios, ambiente y productos, Clásica y Moderna se llevó: